Desafíos de Lima en torno al agua en el contexto del cambio climático
Entre febrero y abril del 2017 el Perú vivió una situación de desastre ocasionada por el Fenómeno El Niño Costero. Pero no fueron realmente los peligros de este fenómeno lo que desencadenó la alarma nacional, sino también la alta vulnerabilidad de la población, lo que generó la situación de desastre. Y los resultados fueron lamentables.
En Lima se evidenció cómo la escasa planificación y la vulnerabilidad incrementó no solo el desastre de los huaycos e inundaciones, sino también la desesperación masiva: cientos de personas concentradas en diferentes puntos de distribución de agua de camiones cisterna; decenas con baldes en las diversas piletas de la ciudad para reunir agua (sea cual fuere su estado) para sus hogares. Incluso en los sectores más altos de la sociedad hubo gente desesperada comprando las últimas botellas de agua en los supermercados. La privilegiada ciudad de Lima sufrió, a nivel total, estrés hídrico.
La capital, ubicada en la franja costera de la vertiente del Pacífico, al oeste de los Andes, con una población de casi 10 millones de habitantes, no solo es la zona urbana más densa demográficamente hablando, es también donde se concentra la mayor cantidad de servicios, instituciones públicas y privadas. En resumen, concentra el poder del país.
Las consecuencias de esta centralización no son las más positivas, en especial, por la poca planificación que se ha tenido históricamente, lo cual ha desencadenado un caos visible desde muchas perspectivas. Migración descontrolada, contaminación y un sistema de transporte deficiente son solo algunos de los ejemplos de la inadecuada gestión territorial.
Un grave problema de la ciudad de Lima es la accesibilidad a los recursos hídricos para los sectores de bajos recursos económicos.
Pero si se sabe que el Perú cuenta con una enorme reserva de fuentes de agua, por qué preocuparse por este tema. Según la Autoridad Nacional del Agua (ANA), el volumen promedio anual de agua es de 1.768.172 de metros cúbicos, ubicando al Perú entre los 10 países con mayor disponibilidad hídrica. Sin embargo, tan solo el 2,2% del agua calculada está disponible para la vertiente del Pacífico, mientras que el 97,3% para la del Atlántico.
Más del 80% de la oferta hídrica es destinada a las actividades agrícolas y solo un 6% al uso poblacional. Gracias a esta situación y a la distribución poblacional del país, se han construido y continúan planificando grandes proyectos de infraestructura de trasvase de aguas, con el objetivo de abastecer la fuerte demanda de la agricultura que además se concentra en la costa peruana.
Entonces, es notable la presión de la costa frente al resto del país… ¿y las reservas de los glaciares ayudan? Según el Instituto Nacional de Investigación de Glaciares y de Ecosistemas de Alta Montaña, se cuenta con 3.044 glaciares y más de 12.000 lagunas, pero durante los últimos años estas vienen sufriendo cambios significativos: los glaciares retroceden aceleradamente, mientras que las lagunas se incrementan en número.
Así que este es el contexto del Perú sumado al del cambio climático: una gran disponibilidad hídrica pero una desequilibrada gestión hídrica.
Los desastres ocurridos con el Fenómeno del Niño Costero demostraron lo trágico que puede resultar ser una sociedad sin planificación, sin educación y sin conciencia. Es momento de estar preparados para los efectos del cambio climático y de tomar decisiones conscientes pensando en el ya conocido desarrollo sostenible y en los intereses de todos los peruanos.
Las lagunas y lagos seguirán aumentando y serán excelentes almacenes de agua, pero deberán ser utilizados consciente y estratégicamente tanto para el beneficio de la población como para la conservación de los ecosistemas.
Por ello, creo que es momento de mirar hacia atrás, a las experiencias ancestrales y aprender de sus adaptaciones geográficas y climatológicas. Los antiguos peruanos conocían su territorio y se adaptaron a él. Aquí deberías agregar que en los Andes y en la Amazonía se adaptan a los fenómenos climáticos siguiendo ee conocimiento ancestral. Solo así se entendería lo que dices previamente.
He tratado de poner en evidencia los desafíos que las autoridades se deben plantear para enfrentar los peligros del cambio climático. El riesgo de sufrir sus impactos es mayor si se cuenta con poblaciones vulnerables y expuestas a peligros, pero además el riesgo es mayor si no existe una adecuada planificación ni gobernanza ambiental.
Es momento de dar el ejemplo, y si Lima es la capital del país, debe implementar y desarrollar prácticas amigables con el ecosistema que aseguren la distribución para todos sus habitantes. Lima es un desierto que alberga alrededor del 30% de la población del país y por lo tanto es necesario que se adecue a su territorio y que aprenda a cuidar y reciclar el agua.